vendredi 1 février 2013

Eusebio Leal, Commandeur de la Légion d’Honneur de France




La Havane, 31 janvier (RHC)- L’Historien de la Ville de La Havane, Eusebio Leal, a reçu la Croix de Commandeur de la Légion d’Honneur de France, la plus importante distinction que décerne ce pays.
altJean-Pierre Bel, Président du Sénat français, a remis l’ordre à Eusebio Leal au cours d’un meeting dans la capitale cubaine où il a relevé ses qualités intellectuelles et culturelles et évoqué tout ce qu’il a fait en faveur du renforcement des liens existant entre nos deux pays.
Eusebio Leal a remercié le Président et le peuple français de lui avoir décerné cette décoration. Il a pris l’engagement de continuer à lutter pour son pays et à défendre les idéaux d’égalité, de liberté et de justice brandis par la Révolution Française en 1789.








Eusebio Leal: 
Comendador de la Legión de Honor francesa 
 «Este es un momento de particular emoción.
Llevar esta condecoración amada supone
pensar en Claudio José Domingo Brindis de
Salas, en Carlos Juan Finlay, en Joaquín
Albarrán y otros intelectuales y sabios cubanos
que se consagraron al culto a la razón pura»,
expresó Eusebio Leal Spengler al ser investido
con el grado de Comendador de la Orden
Nacional de la Legión de Honor de Francia, en ceremonia efectuada hoy, miércoles 30 de enero,
en el Museo Napoleónico.
 


En sus palabras de agradecimiento, el Historiador de la Ciudad de La Habana 
recordó que la Legión de Honor —la más alta distinción que otorga el gobierno 
francés— fue establecida en 1802 por Napoleón Bonaparte, entonces Primer 
Cónsul de la República.
También  ahondó en el significado de la huella de esa nación en la cultura 
cubana y americana, desde el año crucial de 1789, que marcó el inicio de 
la Revolución Francesa. «Asumimos esa historia con toda su hermosura; 
es parte de un legado que no solamente nos pertenece, sino nos enorgullece», 
afirmó.
Previamente, intervinieron el embajador de Francia en Cuba, Jean Mendelson
y el presidente del Senado de ese país, Jean Pierre Bel —en quien recayó la 
entrega de la condecoración, aprobada por el presidente François Hollande—, 
para testimoniar su admiración por la personalidad del recipiendario y resaltar 
los servicios prestados por él al país galo a lo largo del tiempo. Al final, el 
presidente de Senado obsequió al Historiador de la Ciudad un documento 
de Victor Hugo sobre la Comuna de París.
La Legión de Honor es el reconocimiento más antiguo y prestigioso al mérito 
que desde hace más de dos siglos otorga Francia a nacionales y extranjeros 
para destacar los aportes en la creación humana, artística, científica y productiva.
Se encontraban presentes en la ceremonia, por la parte francesa, una representación 
del Senado de ese país y de la misión diplomática en La Habana, y por la cubana, el 
ministro de Cultura, Rafael Bernal; el Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana; 
así como altas figuras de la intelectualidad como Alicia Alonso, Monseñor Carlos 
Manuel de Céspedes, Roberto Fernández Retamar, Graziella Pogolotti, Nancy Morejón 
y Eduardo Torres Cuevas.


El Historiador de la Ciudad recibe un documento manuscrito del escritor francés Victor Hugo, obsequio del presidente del Senado de Francia Jean Pierre Bel (al centro), en presencia del embajador de esa nación en Cuba, Jean Mendelson (extrema derecha). Debajo, vista del público asistente a la ceremonia en el Museo Napoleónico. (Fotos: Néstor Martí)

Palabras del embajador de Francia en Cuba, Sr. Jean Mendelson
Permítanme primero dirigir unas palabras de agradecimiento al presidente del 
Senado francés, quien estará a cargo de la ceremonia oficial de hoy y quien, 
en este preciso momento, representa a Francia ante todos nosotros. 

Aceptó que yo pronunciara estas palabras y aprovecho entonces la libertad 
que se me ha dado de hablar a título personal para saludar a un hombre que 
es amigo de Francia, y  también de su embajador. La amistad se vive tanto 
en los buenos momentos como en los más difíciles. Hoy estamos viviendo 
un momento privilegiado y me pertenece darles a conocer las razones por 
las que, a mi parecer, el doctor Eusebio Leal Spengler, primero condecorado 
Caballero (Chevalier), luego Oficial (Officier) de la Legión de Honor francesa es 
elevado hoy al rango de Comendador (Commandeur) de nuestra primera y más 
antigua Orden nacional.
La primera vez que conocí a Eusebio Leal fue hace casi ya 23 años. Seguramente 
él ni se acuerda. Estábamos celebrando el Bicentenario de la Revolución francesa 
y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en medio de una 
gran alegría popular. El Ministerio francés de Relaciones Exteriores me había 
encargado de seleccionar  alrededor del mundo a algunos invitados significativos 
para este aniversario. Eusebio también fue mi primer invitado cuando asumí mis 
funciones de Embajador de Francia en Cuba en 2010.
Desde ese entonces, he podido darme cuenta de la importancia que él otorga a todo 
lo que representa nuestro país, su cultura, su historia y, en primera instancia, el 
interés que manifiesta hacia aquel cuarto de siglo que, desde la toma de la Bastilla 
hasta Waterloo, ha transformado el mundo por completo.
El lugar en el que nos encontramos ahora, al que Eusebio ha dado forma con la 
misma pasión con la que emprende todo lo que hace, ha sido restaurado e 
inaugrado en 2011, y simboliza  maravillosamente bien la riqueza del aporte 
francés a lo que pertenece ahora al patrimonio cultural nacional cubano. Pero 
este lugar dista mucho de ser el único motivo por el cual Francia rinde homenaje 
a este notable servidor del resplandor cultural de Cuba.
Entre los hechos más significativos, quisiera subrayar cuando el Senado de la 
República francesa y la asociación Cuba Cooperación estaban buscando un 
lugar permanente donde tener una presencia cultural y que Eusebio Leal 
propuso en la Habana Vieja lo que es hoy la Casa Víctor Hugo.
Recuerdo también cuando fue necesario convencer a las autoridades cubanas 
acerca de la especificidad del aporte de la Alianza francesa. Eusebio Leal, junto 
con otras personas entre las cuales se encuentran los nombres más 
sobresalientes de la cultura cubana - la mayoría de ellos presentes hoy 
– no vacilaron un instante en participar a este trabajo de explicación y de 
convicción. Hoy, la Alianza francesa de Cuba es dirigida por un Consejo de 
administración del que Eusebio es miembro de primer plano.
Cuando buscamos lo que une a nuestros dos países a lo largo de la historia, 
más allá de las tribulaciones y de las incertidumbres políticas o económicas, 
basta con preguntárselo a Eusebio Leal: no le hará falta consultar su biblioteca 
para citarles a los tres Heredia, a François Antommarchi, Paul Lafargue, 
Jean-Baptiste Vermay, Frédéric Mialhe, Alejo Carpentier, y tantos más, 
sin olvidar por supuesto, sobre todo en este momento, a José Martí, su 
pensamiento, o su encuentro con Víctor Hugo.
«Entre nos», les voy a dar un consejo de amigos: si Usted tiene su tiempo 
contado, NO le pida a Eusebio hablar sobre este tema, porque es inagotable. 
Del mismo modo que es inagotable cuando se trata de charlar acerca de La 
Habana y de sus inmensas riquezas, que sabe poner de relieve con 
tanta maestría.
A lo largo del tiempo, Eusebio ha construido con nuestro país una relación 
basada en un amor intelectual, así como en amistades inquebrantables. Sé 
que le hará feliz que mencione aquí al recordado y echado de menos, el 
senador Michel Dreyfus-Schmidt quien desempeñó un lugar primordial en las 
relaciones franco-cubanas, y también a la princesa Napoleón que había 
venido aquí mismo en 2011 para celebrar la reinauguración de este museo 
y quien, el mes pasado en París, aún me hablaba con emoción del recuerdo 
que guarda de su estadía y de la manera tan especial como su Historiador la 
había recibido.
Este acercamiento provoca resonancias históricas curiosas: fue Bonaparte 
quien creó el Senado, al que se llamaba en ese entonces conservador, el 
cual de hecho se comportó muy mal en 1814 durante la infortunada invasión 
que condujo a la coalición anti-francesa, es decir en la época contra-revolucionaria, 
en la capital de nuestro país.
Pero de eso no se puede contar más, porque hay prescripción… 
Porque, hay que terminar por esto, Eusebio Leal siente hacia Napoleón una 
pasión que me asombra a mí mismo. Ama al joven general revolucionario y 
robespierrista; ama al cónsul de la República que establizó las conquistas 
de la Revolución, aquellas «masas de granito» sobre las cuales todavía vivimos; 
aún ama a aquel Emperador un tanto infiel a los ideales de su juventud; y ama 
por sobremanera a este personaje romántico, aquel deportado de la isla de 
Santa Elena que transformó las conciencias.
En el fondo, Eusebio Leal no pudo resistir al poder de atracción de Napoleón. 
Lo que siente hacia este personaje completamente fuera de lo común, es lo 
mismo que sintieron antes que él hombres como Honoré de Balzac, Stendhal, 
Víctor Hugo, Alexandre Dumas, Louis Aragon, pero también Goethe, Marx, 
Pouchkine, Lermontov, Mickiewicz, y hasta Charlie Chaplin.
Eusebio sabe que la Legión de Honor fue creada por el Primer Cónsul de la 
República porque éste quería «un orden que fuera el símbolo de la virtud, del 
honor, del heroísmo, una distinción que sirviera a la vez para honrar el valor 
militar y el mérito civil».
Personalmente, conozco a muy pocos recipiendarios franceses que entiendan 
tan profundamente como Eusebio Leal el sentido de esta condecoración. 
El sabe que, hace 210 años y algunos meses, exactamente el 29 Floreal 
del Año X (lo cual corresponde al 19 de mayo de 1802 en el calendario 
republicano), la República francesa adoptaba una ley que creaba la Orden 
nacional de la Legión de Honor. 
Hasta la Restauración de la monarquía de 1815, los ciudadanos franceses 
que recibían esta condecoración  debían prestar un juramento —que 
evidentemente no era exigido en el caso de los extranjeros—, pero que 
Eusebio hubiera pronunciado con mucha alegría, estoy seguro, por ser 
su texto todavía tan actual, ante sus ojos de ciudadano cubano al 
iniciar el 2013 :
«Juro, por mi honor, que me consagraré al servicio de la República, a la 
conservación de su territorio en su integridad, a la defensa de sus leyes 
y de las propiedades por ellas consagradas;  a combatir por todos los 
medios que la justicia, la razón y las leyes autoricen, toda empresa 
que tienda a restablecer el régimen feudal; en fin, a contribuir con 
todo mi poder al  mantenimiento de la libertad y de la igualdad, 
base de nuestra constitución.”
Muchas gracias.


Palabras del presidente del Senado de Francia, 
Sr. Jean Pierre Bel


Querido Eusebio Leal:
Nuestro Embajador, Jean Mendelson, acaba de pronunciar sobre 
usted las palabras correctas. Lo ha hecho con la inteligencia del 
intelectual que es, con la experiencia y la precisión del historiador 
que conoce el tema de que se trata, y también con la calidez y el 
afecto del amigo que ha llegado a ser.
Esta calidez, este afecto, esta amistad, usted lo sabe, las 
comparto igualmente.
Durante nuestros diversos encuentros e intercambios en París, 
aquí en La Habana, siempre me impactó su inmensa cultura, 
el fervor de su curiosidad, la pasión con la que usted estudia y 
vuelve a estudiar nuestra Historia, pero también, y sobre todo, 
su admiración apego a lo que representa mi país, Francia, en lo 
más bello que ha concebido, a saber la Declaración de los Derechos 
del Hombre y del Ciudadano, el combate universal por la emancipación 
y la libertad, la conquista de nuevos derechos sociales, el espíritu de 
resistencia y de solidaridad junto al más débil y frente al más fuerte.

Guardo el recuerdo de esos momentos inolvidables pasados en el 
Palacio de Luxemburgo, Senado de la República. Ante el asiento 
donde se sentó para su coronación el Emperador Napoleón, o ante 
testimonios visibles de este pasado glorioso, frente a la explicación 
un poco remanida de los especialistas de estos sitios, usted, el 
historiador de La Habana, completaba, explicaba, daba todo el sentido 
a detalles hasta ese momento oscuros.
En la amistad entre dos países, entre dos culturas convergentes, 
querido Eusebio, hay lazos… lazos que a veces se tienden y sin 
embargo no se rompen. Usted representa uno de esos lazos. El lazo 
que vincula la Francia de Víctor Hugo y, agregaría a ésto, si usted lo 
permite, la Francia de Aimée Césaire, con este grande y hermoso país, 
Cuba, la tierra de José Martí y de tantos otros espíritus libres.
Es por ello, Eusebio Leal, que para mí representa un inmenso placer 
y un gran honor hacerle llegar el reconocimiento de la República Francesa.
Eusebio Leal, en nombre del Presidente de la República, y en virtud de los 
poderes que me han sido conferidos, le hago Comendador de la orden 
nacional de la Legión de Honor.













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