dimanche 16 novembre 2014

La Habana en un eterno romance con el mar









Ciudad errante en sus comienzos, La Habana alcanzó a ser una de las capitales más bellas del continente. Piedra sobre piedra se levantó su encanto ecléctico que maravilla y perdura en el tiempo. Esta urbe enamora irremediablemente a quienes no solo la visitan sino que se adentran en los vericuetos de su palpitante cotidianidad.
En un eterno romance con el mar, que la acaricia y despeina a capricho, la capital cubana se reinventa. Sus habitantes se levantan cada día a fuerza de fe, dicho del trovador, y la viven en sus calles, plazas y rincones.
Capital de todos, bella hasta en sus ruinas, celebramos sus 495 años este 16 de noviembre, entre un invierno furtivo y la determinada esperanza de conservarla para todos los tiempos.




















Desde el mar que la circunda y le exige
Hasta los barrios y los primeros caseríos.
Ciudad agrietada cada día por el sol
Y rehecha en silencio
Desde el atardecer
Para que la mañana la encuentre de nuevo intacta,
Con sólo algunos papeles y muchos besos de más.
Única ciudad que me es de veras.
Ni mejor ni peor, ni llena ni pobre: verdadera.
En ella, aldea o paraíso,
Conocí el asombro, conocí el placer,
Conocí el amor, conocí la vergüenza, conocí la esperanza,
Conocí la amistad, conocí el hueco paciente y terrible
De la muerte, conocí el esplendor
Cuando empezaron de nuevo un año y un pueblo
Fragmento de “Adiós a La Habana”
Poema de Roberto Fernández Retamar










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