E
La cultura del llamado “Continente negro” fue —y es— un componente definitivo en la identidad caribeña, influencia que fue desmontada en sus diferentes aristas por Yolanda Wood, directora del Centro de Estudios del Caribe. La profesora e investigadora calificó de esencial la necesidad perenne de estudiar esta porción del continente americano tan rica y diversa en sus orígenes.
¿Por qué se dedica el Coloquio al tema de África?
El evento ha ido evolucionando en su propia concepción y estructura de tal manera que, en encuentros pasados, no tuvimos un eje temático o quedaba más diluido; sin embargo, en esta ocasión, se focalizó el tema mucho más y tuvo un gran atractivo.
La edición anterior estuvo centrada en el carnaval, y tuvo muy buena acogida al concebir el carnaval como ese espacio de congregación festiva y popular típico de toda la región.
Yo diría que África atraviesa todos los grandes temas de la región, que tiene estudiosos tanto dentro como fuera del área, como también existe una amplia producción discográfica, bibliográfica, filmográfica al respecto. Entonces, se ha producido una excelente confluencia que revela el carácter matriz que tiene África para toda la cultura del Caribe y sobre todo para la cultura popular, la que, de alguna manera, inspira muy fuertemente la participación de investigadores, creadores y artistas en nuestro coloquio.
La región está tan permeada de complejidades que se requiere un pensamiento muy amplio y multidisciplinario como estructura de base para pensar el Caribe y poderlo abarcar desde la naturaleza, sin la cual sería difícil de imaginar.
Otro de los aspectos en los que se revela con mucha fuerza el gran valor del tema es a nivel del pensamiento: el quehacer de nuestros grandes pensadores caribeños —no únicamente del universo de las Ciencias Sociales— emana fuertemente de la oralidad, la música o la poesía. Es interesante ver cómo grandes bases teóricas y filosóficas para gestar el Caribe se han generado desde esas manifestaciones, y hay ejemplos imprescindibles como Nicolás Guillén oÉdouard Glissant, entre muchos otros que han asumido el reto de colocar al Caribe en pensamiento y lenguaje.
La región está tan permeada de complejidades que se requiere un pensamiento muy amplio y multidisciplinario como estructura de base para pensar el Caribe y poderlo abarcar desde la naturaleza, sin la cual sería difícil de imaginar.
Más allá de la perspectiva social, histórica, hay una imbricación muy fuerte con el universo natural que viene desde la propia base constitutiva de nuestras culturas en su fundamento agrícola, unido a la personalidad que le aportó a esa mirada la naturaleza del componente ancestral africano que vino con los esclavos, quienes tuvieron que remitificar sus creencias porque llegaron sin los atributos de sus culturas y religiones. Entonces, tuvieron que reencontrar a África en nuestras tierras.
Ese reencuentro es uno de los aportes monumentales a la revitalización y reinserción de lo africano fuera de su continente: tuvieron los africanos que redescubrir en lo natural donde estaban los valores de esos atributos perdidos, e insisto en resaltar el medio natural porque otros espacios les eran vedados a los esclavos, de ahí que la naturaleza se convirtiera en un centro de convivencia y supervivencia cultural fundamental.
Es todo ese entramado el que permite comprender la verdadera esencia del nuevo humanismo que se forma entonces en la región, un nuevo humanismo que implicaba grandes complejidades porque fueron sociedades coloniales cuya base constitutiva fue la exclusión, la discriminación y que racializó las relaciones sociales. El Caribe se convirtió en un espacio de servidumbre impuesta que generó una gran capacidad de resistencia; pero no de una manera pasiva, sino que pasó por diferentes formas y tuvo una base cultural muy fuerte y biológica; una Resistencia en la que la palabra libertad ha sido clave a través de todas las trayectorias históricas y es la que sustenta las bases de ese nuevo humanismo.
Todos esos factores contribuyeron a la manera en que África, entendida como construcción simbólica y expresión de todos esos valores que compartimos, pasa a formar parte de una identidad muy fuerte, por haber sido el Caribe un lugar al que fueron traídos millones de esclavos y que hoy forman parte esencial de las constituciones demográficas de nuestras naciones.
El Caribe se convirtió en un espacio de servidumbre impuesta que generó una gran capacidad de resistencia; pero no de una manera pasiva, sino que pasó por diferentes formas y tuvo una base cultural muy fuerte y biológica; una Resistencia en la que la palabra libertad ha sido clave a través de todas las trayectorias históricas y es la que sustenta las bases de ese nuevo humanismo.
¿Cómo se inserta el tema africano en las líneas de trabajo del Centro de Investigaciones del Caribe?
No hay manera de estudiar el Caribe sinÁfrica, porque es consustancial para la comprensión de la cultura regional, y en el caso del Coloquio el tema fue atravesando cada actividad; por ejemplo, la relación de los pueblos originarios con los traídos de Áfricay la fusión que hubo entre ambos, cuánta herencia nos queda en los conceptos de territorio, familia, desde la perspectiva social que si bien nos llegan mezclados están ahí, subyacentes, vivos.
Entonces, el Centro no puede ignorar esta perspectiva y cualquier tema que se investigue tendrá esa arista, estará presente.
¿Cómo se escogieron los temas para el coloquio?
El evento se estructura a partir de una convocatoria, los investigadores presentan sus ponencias y se hace una selección, se programan las presentaciones. Simultáneamente se realiza el Seminario Especial, propio ya de cada edición, que en esta ocasión estuvo dedicado a Bob Marley, visto no solo como un artista de ascendencia africana, sino como alguien que en su propia música y la letra de sus canciones evocó siempre el sentimiento de libertad y resistencia, la defensa de los valores africanos y el compromiso con los pueblos de África por su independencia.
En ese sentido, el evento tuvo entre sus propósitos no solo entender el África ancestral y mítica que habita en nuestra manera de pensar y nuestra cosmogonía, sino en unÁfrica que se transforma, que se nos hace contemporánea y vive activa y que también necesita una reflexión en términos contemporáneos. De ahí que el interés sea por Áfricacomo pasado, presente y futuro, para entender cada vez más esas conexiones que nos unen en una historia común con ese continente y comprender mejor el compromiso de nuestros pueblos.
En el Caribe se reunió el mundo, y todos esos fragmentos de diferentes lugares se fueron consolidando para construir esa visión de lo nuestro, de lo caribeño, constituido por orígenes diversos. La respetabilidad de esos orígenes nos da la posibilidad de comprender quiénes somos dentro de la realidad actual, en su dimensión global y compleja.
Fuimos una de las primeras regiones globalizadas del mundo —acota—, pues ya desde el siglo XVI comenzó intensamente ese proceso y las combinaciones se produjeron de manera diferente, no fifty-fifty; por lo tanto, requieren de un proceso muy importante de reflexión en el que cada componente se separe solo metodológicamente, porque hay una mixtura en la que resalta África al interior de otros elementos que se han ido combinando a través del tiempo y de la historia.
¿Qué elementos le faltan a las investigaciones sobre el Caribe?
Es válido destacar la apertura tan grande que ha habido en los últimos años en los estudios caribeños, tanto dentro como fuera de la región, con la mirada de un Caribe extendido desde una geografía cultural que abarca no solamente las islas, sino incluye las zonas continentales, las diásporas, que son parte también de la historia de la región, y que son objeto de estudio en varios lugares actualmente.
Otra cuestión importantísima para comprender el Caribe actual y contribuir a que esa historia se difunda es la dimensión interdisciplinaria, porque ayudar a que las cosas existan es enseñarlas, y en la memoria colectiva puede haber vacíos que se deben llenar.
Hablo de la interdisciplinariedad no por el mero uso del término, sino porque si algo define por esencia la cultura caribeña es la cultura popular. Fue en esa zona difícil de describir donde se produjeron las múltiples intersecciones que dan lugar a lo que somos hoy. Esa concepción popular no define sus fronteras en las áreas del conocimiento, no diferencia saber de conocimiento, o de la relación con la naturaleza, elementos que se imbrican de una manera espontánea. Así se puede ver a un cuentero popular que domina la oralidad, que está permeado de un conjunto de saberes, que da una gestualidad rítmica en sus movimientos para expresarse, porque para él no existen esas fronteras entre las artes o disciplinas artísticas que en lo popular se expresan de otra manera y debemos ser consecuentes con eso.
Entender esos universos concomitantes en los que hay préstamos, señales que se pasan de una zona del conocimiento a la otra, poner esos elementos en perspectiva, en cosmovisión es sumamente enriquecedor. Lo que nos ha hecho pueblos es esa cultura popular, porque tuvimos cultura nacional antes de ser naciones. Lo que hoy se define como cultura nacional en nuestros países precedió las banderas, las repúblicas y esas culturas se deben respetar pues han sido las forjadoras de las nacionalidades de la región, incluso cuando las banderas eran de otros.
¿Cómo ve esa relación África-Caribe en el futuro?
Es fundamental, pero casi siempre para poder orientarnos hacia el futuro necesitamos mirar al pasado y colocarnos con serenidad e inteligencia en el presente.
El pasado es importante, reivindica nuestros pensamientos. Estamos en medio de una trayectoria en la que África ha sido un aporte esencial y sabemos que aún tiene mucho que dar al mundo y, a su vez, hay un compromiso también de futuro con esa zona de la humanidad.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire